La crisis económica ha dado lugar a una abundante filmografía que, compartiendo unas tesis semejantes, ha intentado explicar el proceso que nos ha llevado donde estamos. De La doctrina del shock (The Shock Doctrine, Michael Winterbottom, Mat Whitecross, 2009) a Inside Job (Charles Ferguson, 2010), pasando por Vamos a hacer dinero (Let’s Make Money, Erwin Wagenhofer, 2008), estas películas suelen centrar su foco en los mercados financieros y en su funcionamiento para ver qué proceso nos llevó a la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008 y sus consecuencias. A todas ellas hay que añadir, desde su estreno recientemente en el festival de cine independiente de Sundance, a Inequality for All, una película dirigida por Jacob Kornbluth.
A diferencia de aquellas películas, el tema principal de Inequality for All no es tanto el mundo financiero como el reparto de la riqueza en Estados Unidos. La tesis principal que mantienen sus responsables es que los sueldos de la clase media americana se han estancado durante los últimos tiempos, mientras que los precios y la inflación siguen en constante aumento. Ello ha ocasionado que la distribución de la riqueza se encuentre cada vez más polarizada, de manera que el 1% más rico de la población cobró de media en 2010 algo más de un millón de dólares, mientras que la media del país se encontraba en 33.000 dólares. En resumen, los ricos son más ricos y la clase media, más pobre.
La película se desarrolla a partir de las charlas impartidas por Robert Reich. Para ello, Jacob ha contado con un poderoso aliado, el profesor Robert Reich, autor de Aftershock: the Next Economy and America’s Future (Vintage Books), en el que señalaba que el gran problema económico a superar es la concentración de la mayor parte del capital en unas pocas manos, que están asfixiando a las clases medias. La manera en la que está construida la película, a partir de diferentes charlas del profesor junto a sus alumnos o ante otros auditorios, ha provocado que haya sido comparada con Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth, Davis Guggenheim, 2006), aquella película en la que Al Gore explicaba de viva voz las consecuencias del cambio climático.
El discurso de un demócrata
Kornbluth se puso en contacto con Reich después de leer Aftershock, en principio, para proponerle un papel de ficción. Sin embargo, poco a poco el proyecto se fue desarrollando y Reich se convirtió en la persona ideal para exponer sus opiniones en la película. La historia del profesor daría, ya de por sí, para una película de Hollywood. Nacido con la enfermedad de Fairbanks (trastorno que afecta los centros de crecimiento de los huesos y que puede ocasionar enanismo leve), Reich trabajó codo con codo con Gerald Ford, Jimmy Carter y fue el Secretario de Trabajo de Bill Clinton (además, le gusta bromear con sus alumnos sobre su trabajo con Lincoln). Fue él quien acuñó el lema “poniendo a la gente en primer lugar” (“putting people first”) que, durante las elecciones de 1992, apostaba por una revalorización del papel del ciudadano.
Reich es un firme defensor de los sindicatos y del sector públicoDemócrata declarado, Reich apareció recientemente en diversas concentraciones de Occupy Wall Street. Además, tiene su cátedra de política pública en la Universidad de California en Berkeley. Sin embargo, a pesar de lo que podría parecer por la tesis principal de la película, Reich no apuesta por el reparto equitativo de la riqueza “de por sí”, sino que está más preocupado por los impuestos que clases altas, medias y bajas han de pagar. Se trata de un firme defensor del sector público que considera que “todo país ha de pagar”, ya que “los impuestos son el precio que pagamos por una sociedad civilizada”. Para ello, la medida que siempre ha defendido es la de subir los impuestos, tal y como señaló con motivo de la elección de Barack Obama en 2008.
“Hay que expandir el EITC (Earned Income Tax Credit), un suplemento al sueldo de la población con los ingresos más bajos, y financiarlo con un impuesto marginal más alto en el 5% más rico de la población”, indicaba el profesor. Se trata de un crédito creado a mediados de los años setenta con el objetivo de empujar a la búsqueda de empleo, y que tenía el objetivo de compensar la carga de los impuestos de seguridad social. Además, Reich es un firme defensor de los sindicatos y de la movilidad social que, hasta hacía décadas, había definido a los Estados Unidos.
Una reflexión previa a la acción
Reich sitúa a finales de los setenta el momento en el que todo empezó a ir mal. Para el profesor, la sociedad americana de los años cincuenta y sesenta había garantizado, hasta cierto punto, el llamado Sueño Americano, en cuanto que la escalada social era posible. A partir de ese momento, el país aumentó su riqueza, pero esta se repartió de manera más injusta. En parte por la legislación en contra de los sindicatos, en parte por la desregulación del mercado. El profesor se muestra muy pesimista en la película, señalando que “el 42% de niños nacidos pobres en Estados Unidos no van a moverse de ahí”. Sin embargo, la película se propone terminar con esa situación.
Queremos que sea una película revolucionariaLa voluntad del largometraje, que aún ha de estrenarse comercialmente es, según su principal responsable, ser “una película revolucionaria”. En realidad, aclara Kornbluth, no se trata de tomar el Palacio de Invierno, sino simplemente de cambiar la forma en que la gente piensa sobre economía. La voluntad didáctica de la película es innegable. Como confesaba su realizador a genConnect, todo surge de intentar explicar lo que –económicamente– le estaba ocurriendo a él y a sus amigos. Para ello se propuso realizar una película sencilla de entender por gente que, como él, no saben nada de economía.
A tal respecto, Reich afirmaba en una entrevista previa al estreno en Sundance que “la única manera de que la gente pueda absorber información compleja es haciéndola accesible, si hay humor y si hay conexión emocional”, y felicitaba al realizador por haberlo conseguido. Esta vez, el profesor intenta no nombrar culpables, ya que estima que la crisis ha sido “manipulada por demagogos de izquierda y de derecha”. Por eso, realizaba la última aclaración: “El gobierno no tiene la culpa, los negocios no tienen la culpa, los inmigrantes no tienen la culpa, China no tiene la culpa… Es todo cosa del sistema, y por eso hay que cambiar sus reglas”.
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