La Fundación Telefónica acoge la exposición ‘Nikola Tesla: Suyo es el futuro’, un acercamiento a este visionario (sin suerte) de los combustibles alternativos, la tecnología inalámbrica y el almacenamiento en el ciberespacio.
“Tesla, en gran parte, se fabricaba su mala suerte”, nos cuenta Miguel A. Delgado, comisario (junto a María Santoyo) de la exposición Nikola Tesla: Suyo es el futuro y periodista especializado en el inventor. “Bien por ingenuidad o por una incapacidad innata para los negocios, tomó decisiones erróneas que hipotecaron su capacidad de maniobra. Si hubiese dedicado algún tiempo a desarrollar aparatos comerciales que le hubiesen permitido generar un capital, probablemente la historia hubiese sido otra. Pero regaló sus patentes a Westinghouse para que pudiera sacar adelante su sistema de corriente alterna en medio del acoso mediático y económico de Edison, no aprovechó la ayuda financiera de John Jacob Astor IV, minimizó los avances que Marconi estaba haciendo pirateando sus patentes y cometió la locura de darle a Morgan el 51% de todas sus patentes futuras. Cuando el financiero le retiró su apoyo, no solamente le asfixió económicamente, sino que además impidió que nadie pudiera acudir en su rescate. Tesla tuvo mala suerte, eso es cierto [hechos como el incendio de su laboratorio, en 1895, le causaron un daño irreparable], pero también es cierto que algunos rasgos de su personalidad contribuían a atraer esa mala suerte. Su mente era la de un soñador y un visionario, no la de un empresario”. Pero, ¿quién era realmente este tipo que desde hace unos años se ha convertido en personaje de cómics y películas?
Un pionero trágico
Nacido en Smiljan, actual Croacia, en 1856 (y fallecido en Nueva York en 1943) es considerado el padre de nuestra civilización eléctrica (basada en la corriente alterna) y de la radio. Fue inventor, ingeniero mecánico, ingeniero electricista y físico. Y, bueno, también científico loco. Así lo consideraban muchos en su época. Lo que más le atrae a Delgado de Tesla es “que todo en su vida parezca haber sido diseñado por un guionista de Hollywood”. Sus creencias más íntimas fomentan el relato legendario en torno a Tesla. “Su propósito irrefrenable de cambiar el mundo de raíz, su fe infinita en que las capacidades humanas para inventar y apoyarse en la ciencia traerían inevitablemente un futuro mejor, son realmente fascinantes”, explica Delgado. Su final de soñador derrotado también contribuye al mito: “Su retrato es trágico, claro. Fracasó, y su nombre quedó prácticamente borrado de los libros de historia, algo injusto ya que le disputó primeras planas al mismísimo Edison y estuvo en el centro de la vida social neoyorquina. Al final fue presa de sus desequilibrios mentales, sus obsesiones y su precaria situación académica”. Un visionario, sí. ¿Algo de locura y extravagancia? También. Pero con un sexto sentido para predecir la nefasta degradación a la que los humanos someterían al planeta Tierra. “En un ensayo de 1900 —cuenta Delgado—, Tesla ya alertaba sobre el hecho de que los combustibles fósiles [entonces era el carbón, no el petróleo] eran finitos, y que consumirlos representaría una hipoteca para las generaciones venideras. Ya en aquel año proclamaba la necesidad de explorar vías más eficientes, hoy diríamos ecológicas, apuntando expresamente a la energía solar, la hidráulica, la de las mareas o la eólica”.
El legado tesliano
Este es el personaje que, hasta el 15 de febrero de 2015, ocupará las instalaciones de la Fundación Telefónica en la Gran Vía madrileña. Sus más de 900 m2 abarcan todos los aspectos del legado tesliano, “desde la explicación de sus inventos a instalaciones espectaculares que utilizan las más modernas técnicas audiovisuales y expositivas para adentrarse en aspectos como el Nueva York de su época, cómo funcionaba su mente, inventores españoles influenciados por Tesla o su gran ascendiente sobre la cultura pop”. Sobre un muro de 17 m2 se mostrarán todas las facetas de nuestro tiempo que surgieron de la singular mente del científico balcánico. Asimismo, la muestra recogerá, por primera vez fuera de Belgrado, objetos personales del inventor. “Y contamos con material y testimonios, cedidos expresamente para la exposición, de creadores como Marina Abramovic, Terry Gilliam, Laurie Anderson, Amanda Palmer y Neil Gaiman, entre otros muchos. Además, mientras la muestra permanezca abierta se desarrollará un amplio programa de actos, mesas redondas, proyecciones y talleres para todos los públicos en torno a la figura de Tesla”, adelanta Delgado.
Obseso de la higiene, Nikola Tesla llegaba al punto de que nunca daba la mano y llegaba a limpiar con decenas de servilletas cada uno de sus cubiertos antes de comer, tenía fijación por el número 3 y se ponía enfermo ante la visión de perlas en el cuello de una mujer o de un melocotón… Pero esos trastornos no afectaban a su clarividencia. Hasta llegó a pergeñar una peculiar smart city. “Hay muchos aspectos de nuestra sociedad actual que Tesla anticipó, como la conexión permanente a una nube de información que, literalmente, nos cubriría. Pero la ciudad tesliana estaría llena de otros matices: sería una ciudad eminentemente eléctrica, y todos los aparatos que en ella se moverían (incluyendo, por supuesto, los vehículos) lo harían tomando la electricidad del exterior (vehículos entre los que se contarían sus aparatos voladores, que él consideraba como la sucesión evidente de los automóviles). Ello llevaría a una ciudad mucho más limpia, sin contaminación ambiental. Además, sus ideas del control del clima llevarían a un entorno mucho más benigno y saludable, y los autómatas se encargarían de las tareas más rutinarias. Todo, la información, la energía, se movería por la misma red, y esa red lo envolvería todo”. Como afirma Miguel A. Delgado, su futuro, nuestro presente, era suyo, y solo ahora lo estamos descubriendo.
Publicado en http://elpais.com/elpais/buenavida.html
Comentarios
Publicar un comentario