Operación de rescate de la cría de pájaro malherida (leer la noticia original en The Telegraph).
Una cría de pájaro malherida cayó al foso de agua de una instalación de primates, en un zoológico de los Estados Unidos. Mientras luchaba por salir del agua sin éxito, apareció un orangután que había observado la escena. Este, con la ayuda de una hoja que arrancó de un arbusto cercano y tras varios intentos, logró al fin rescatarlo del agua. Ya en tierra firme, el gran simio acaricia al polluelo con suma delicadeza, dando muestras de empatía con un ser vivo muy alejado de su especie, y por tanto, con necesidades completamente distintas.
Esta anécdota es muy similar a la que relata el primatólogo Frans de Waal, cuyo protagonista fue una hembra de bonobo, quien un día recogió un pájaro que cayó en un foso tras estrellarse contra el cristal del recinto en un Zoo de Inglaterra. Esta hembra se acercó, lo agarró y escaló hasta el punto más alto de la instalación. Entonces, aferrándose al tronco con sus piernas para poder tener las manos libres, la bonobo desplegó las alas del pájaro con mucho cuidado y lo arrojó con fuerza en dirección al exterior del recinto. Desafortunadamente, el pájaro no pudo alzar el vuelo, cayendo de nuevo en el interior de la instalación. La bonobo bajó rápidamente y lo protegió durante horas de sus compañeros hasta que cayó la noche. A la mañana siguiente el cuidador no lo encontró en el recinto.
Probablemente se recuperó del shock y pudo retomar el vuelo por sí mismo. De Waal cree que lo importante de este hecho es cómo la bonobo adaptó su comportamiento a las necesidades del pájaro, pues esta conducta hubiera sido completamente absurda para ayudar a otro miembro de su especie.
Tradicionalmente, todo lo relacionado con las emociones y la empatía ha sido impopular entre la comunidad científica, especialmente si se trataba de animales no humanos. Se consideraba como un conjunto de efectos secundarios no deseados de la evolución que interfieren en el correcto funcionamiento de la razón. Más datos son necesarios, pero las investigaciones recientes demuestran que los animales y los humanos reaccionamos ante el entorno de una manera similar. De hecho, hoy en día, es más fácil probar que los animales tienen emociones y empatía que lo contrario.
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