Una de las cosas que caracteriza a la sociedad actual es la ya llamada infoxicación: montones de informaciones y estímulos de todo tipo y nivel que nos llegan sin cesar. Discriminar entre lo que es útil de lo que no, lo que merece la pena y lo que no, es tarea ardua.
Nuestro cerebro ya de por si tiene una tendencia a dispersarse ya que los nuevos contenidos previenen del aburrimiento y pasar de un tema a otro entretiene. Existen numerosos blogs como el de Óptima infinito o el de Think Wasabi que nos enseñan a cómo organizar el tiempo, focalizarnos en la tarea, ser productivos, etc.. Cada vez surgen más aplicaciones que también persiguen eliminar cualquier estímulo que no sea el pertinente cuando estás acometiendo una tarea específica. Una señal más de que no es difícil perder el foco y estar por cualquier cosa menos por la que tenemos que estar.
En algunas ocasiones ya he hablado de la importancia de entrar en flujo y evitar el esfuerzo inútil, pero eso no quita que haya que mantener la concentración y la perseverancia cuando es necesario. Os invito a leer el siguiente cuento tradicional:
Un hombre decidió cavar un pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco metros, pero no encontró agua. Pensando que aquel no era el sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una tercera ocasión en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros, concluyó que en su terreno no había agua y que lo mejor era venderlo.Un día fue a visitar al hombre al cual había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo.-Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqué más de veinte metros y no encontré ni rastro -dijo el recién llegado.-Te equivocas -contestó el aludido-. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio.
Algunas personas, tanto en su vida personal como en la profesional, se dedican a ir de flor en flor sin centrarse en nada. No ponen atención y esfuerzo, ponen poco foco, en lo que realizan. Y además se cansan pronto, esperan resultados rápidos y de no conseguirlos pasan a otra cosa. Esta situación se hace especialmente grave cuando alguien decide ser freelance o emprender un proyecto. En esas situaciones hay que ser capaz de distinguir lo que hay que hacer de lo que no, priorizar y estar en cada momento en lo que es necesario. Y hay que ser capaz de darle el suficiente tiempo a cada cosas para que dé resultados. Si vas apurado por la necesidad de resultados rápidos o si tu mente es, como dicen los budistas, como la mente de un mono, que va de un tema a otro sin parar, sin centrarse en nada, tu proyecto fracasará. Y además, hay que saber cuando seguir, cuando rectificar el camino y abandonar. Tan malo es empeñarse en una idea que no va a ninguna parte como abandonar demasiado pronto por tener prisas. No siempre es fácil.
Y no es fácil aprender a estar en foco, pero puede hacerse. El repertorio de técnicas es muy variado desde las más pragmáticas como la técnica Pommodoro (dividir la tarea en tiempo, 25 minutos de trabajo, cinco minutos de descanso y así sucesivamente) hasta entrar en otros niveles más profundos, que van más allá del comportamiento y se adentran en realizar cambios interiores, como por ejemplo meditar cada día. Lo importante es que encuentres el modo o los modos que son mejores para ti y que te permiten dedicar tu esfuerzo y energía a aquello que realmente tiene probabilidades de funcionar, en lugar de andar de un lado a otro sin terminar nada.
¿Te es fácil estar en foco?¿Distingues lo importante de lo accesorio?
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