Publicado en amazings.es
Su imperio duró un siglo y medio, y su poder se llegó a sentir en casi una cuarta parte de la superficie de la Tierra. Se le responsabiliza de la muerte de casi 40 millones de personas, y su nombre sigue siendo sinónimo de brutalidad y terror. Se llamaba Genghis Khan y aunque pueda sorprendernos, no toda su labor fue negativa. Para algunos conservacionistas este mítico líder no fue sólo el más grande guerrero de todos los tiempos, involuntariamente también fue el más ecológico. No es que el sanguinario Khan fuera plantando frutales por donde pasaba, como hacía Juanito Manzana, sino que la destrucción y el terror provocado por el avance de sus huestes durante el siglo XIII, condujo al abandono de vastos territorios de cultivo a medida que las civilizaciones que iba encontrando huían de una muerte segura, o fracasaban en su intento de evitarla. El resultado, según un estudio publicado recientemente por el Departamento de Energía Global de la Institución Carnegie, es que tras sus incursiones, el bosque volvió a recuperar enormes extensiones de terreno que entonces se dedicaban a labores agrícolas. Esto provocó el secuestro de 700 millones de toneladas de CO2 atmosférico y su fijación al suelo. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esas cifras, decir que equivalen a la cantidad de CO2 generado anualmente en todo el planeta por el consumo actual de petróleo. Seguramente a aquellos que perdieron la vida, o su hogar, bajo el yugo del terror mongol, todo esto del ecologismo les traería al pairo, pero a mi me ha llamado la atención descubrir que el impacto de los humanos sobre el clima haya sido tan tangible en tiempos anteriores a la revolución industrial del siglo XVIII. Tal y como explica Julia Pongratz, líder de la investigación realizada por la Institución Carnegie: “los humanos comenzamos a influir en el medio ambiente hace miles de años, cuando comenzamos a cambiar la cubierta vegetal del paisaje de nuestro planeta, despejando áreas de bosque y dedicando tierras a la agricultura”. Me enteré leyendo Mnn.com. |
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