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Fernando Casado: "Nunca hemos tenido tantos recursos para generar un cambio social"


Los autores del libro-manifiesto 'No somos hormigas' abogan por el 'optimismo informado' | La iniciativa documenta los logros de la humanidad y sus retos pendientes, y propone formas de pasar a la acción

Libros | 26/01/2011 - 01:38h. Iván Vila. LA VANGUARDIA
Los autores de No somos hormigas, en una imagen promocional.









Con un percutante catálogo de inapelables datos estadísticos servidos con un diseño tan juguetón como eficaz, 'No somos hormigas' se presenta, desde la portada, como 'un libro sobre nosotros, los humanos'. Un libro que ofrece un balance básicamente optimista del estado de la humanidad, de un 'optimismo informado', según sus cuatro autores, porque ésta es una obra colectiva. Informado porque sabe cuáles son los logros de la humanidad, pero se reconoce también consciente de lo mucho que aún queda por hacer. El libro, y la web creada en paralelo, quieren ser en este sentido también una llamada a la acción, poniendo como ejemplos docenas de iniciativas ya en marcha en todo el mundo que demuestran que cualquiera puede poner su grano de arena para empezar a cambiar las cosas que no le gusten. Hablamos con tres de los autores, el estratega publicitario Javier Creus, el economista Fernando Casado y la especialista en comunicación y márketing Doris Obermair.
¿Cómo nace 'No somos hormigas'?
Javier Creus: Pues es que yo hace años que tengo la idea de que la humanidad va básicamente bien, lo que pasa es que todo el mundo conoce sobre todo la información que se publica, y lo que se publica son los problemas. Así que en cada discusión que mantenía, usaba la misma metáfora: imagínate que fuéramos hormigas, y que en vez de mirarte tú y tus problemas, en Catalunya, en España, en Europa, en sociedades envejecidas, cambias y aplicas una visión de especie, como las hormigas. Y me iba haciendo listas de qué es lo bueno: vivimos más que nunca, tenemos más educación que nunca, tenemos más sanidad que nunca... y le pegaba la chapa a todo cristo. Hasta que un día se lo conté a  Fernando y se apuntó. Entre los dos pusimos un becario para que nos hiciera la investigación rigurosa de estas listas que parecían una tontería, empezamos a currar, y Fernando añadió la idea del capítulo 2 [el que después de un primero en donde se lista lo que ha ido a mejor, se enumeran las cosas que aún no funcionan bien].
O sea que él fue el que introdujo el 'pero'.
J.C.: Sí, el hombre del 'pero'. Después cogí al diseñador de una revista que estábamos intentando montar, que era Pablo Juncadella, y le dije: 'Oye, imagínate que fuéramos hormigas....'. Y picó. Y luego le propuse a Doris que se metiera en el capítulo 3 [que recoge links de diferentes iniciativas participativas], y lo ha liderado ella. Ella era el 'y también'.
Dicen primero que como no somos hormigas no celebramos nuestros logros; luego, que como no somos hormigas tenemos presente lo que aún no anda bien, y al final la conclusión es que como no somos hormigas podemos hacer más cosas para mejorar aquello que es mejorable.
J.C.: La conclusión es que somos mejor que hormigas, sabemos organizarnos de otra manera. De hecho, en la primera parte el libro explica todo lo que hemos expandido: el acceso al agua, las medicinas, la sanidad... y la segunda, que la única manera que conocíamos hasta ahora de expandirnos era a base de concentrar el poder en unos pocos; en unas pocas personas, en unas pocas empresas, en unos pocos países. Y nos hemos encontrado que también existe la alternativa de caer de canto, que es expandirse sin concentrar, gracias a opciones distributivas, colaborativas. Y ése es el camino que nos va a dar la solución, porque expandir más a costa de concentrar más no nos lleva a ningún sitio, los costes sociales y ambientales de concentrar empiezan a ser tales que no sale a cuenta.
Hablan de un libro-movimiento. De que el libro sea un comienzo.
Doris Obermair: Sí. De hecho, en la última página del libro decimos que esto empieza ahora. Porque lo que proponemos es, primero, que salgas del armario y te declares un optimista informado, por contraposición al pesimista desinformado, y luego, que mires qué es lo que puedes hacer tú. Y eso es lo que ofrecemos en la web, además de las iniciativas que ya ponemos en el libro. Ejemplos de cosas, de ideas, que ya está haciendo alguien en algún sitio, y que son replicables, que se pueden copiar. Ese es uno de los valores que hemos tenido en cuenta a la hora de hacer la edición, de seleccionar las iniciativas. Ahora tenemos algo más de 100 proyectos, pero aspiramos a ampliar la lista sin límite. Tenemos otros 200 más que vamos a ir dando de alta en la web pero que ya conocíamos al sacar el libro. Y desde entonces, ya nos han llegado otras 15 iniciativas.
J.C.: Si seguimos a este ritmo, estaríamos dando de alta 300 iniciativas al año, y eso sería un exitazo. Así que desde el punto de vista de aportar y difundir, parece que la historia está cumpliendo su función. Y ahora estamos a punto de sacar la edición inglesa, y nos gustaría ser el repositorio mundial de alternativas a la idea tradicional de concentrar para expandir.
D.O.: Y sí, el proyecto de libro-movimiento funciona: hay gente que está usando los datos que da el libro de diferentes formas. Hay quien pone en un tweet las afirmaciones positivas, en plan: 'oye, ¿sabíais que ya hay tantos millones de personas que tienen acceso a agua potable?'. Y otros que twittean los datos negativos. Y eso es un poco lo que queríamos, que después de leerlo, no dejes el libro en la estantería, sino que tras la última página, tú empieces un nuevo capítulo.
J.C.: Nos están proponiendo en la web iniciativas que no conocíamos, el grupo de Facebook crece cada día y ya hay iniciativas que empiezan a ponerse el sello de 'Recomendado por No somos hormigas', y esta es la idea.
¿Por qué no un libro electrónico? Ya que está lleno de listas de direcciones url, sería más útil, porque se podrían enlazar, y además, estaría en línea con sus propuestas, ahorrarían papel.
D.O.: Bueno, pero está en papel reciclado, eh
J.C.: Y hay una versión electrónica, pero también nos interesaba el objeto. Estoy de acuerdo en que teniendo en cuenta lo de las fuentes y los links, es más torpe que un libro electrónico, pero creo que la editorial se lo ha currado, y ha quedado una cosa que apetece tener en las manos, hojear, regalar.
Han contrapuesto el optimista informado al pesimista desinformado. ¿No hay pesimistas informados?
Fernando Casado: Bueno, digamos que hay excépticos informados, quizá. Pero nuestra tesis es que si después de informarte debidamente no crees firmemente en el progreso de la humanidad con todo lo que hemos conseguido hasta ahora, eres un excéptico informado que no crees en lo que somos capaces de hacer. Y quizá la conclusión es que si eres consciente de todo lo que hemos hecho hasta ahora y pones en evidencia todo lo que queda por hacer -que es mucho- para que este progreso llegue a todo el mundo, hay que pasar a la acción. Pero para pasar a la acción es necesario partir de ese optimismo, asumir que ante todo somos capaces, y que nunca hemos tenido tantos recursos, tanto económicos como tecnológicos y de conocimientos, para generar un cambio social significativo.
O sea que se sitúan en una tercera vía: no son ni apocalípticos ni integrados.
F.C.: Digamos que es la vía del utopismo pragmático.
J.C.. De hecho, a nivel global hay un nivel de ambición que nunca había habido. Los Objetivos del Milenio, por ejemplo. Nunca antes se habían puesto ni las cifras, ni los medios ni los recursos. Me da la sensación de que aún se abusa de soluciones instaladas en el mismo marco mental en el que se han creado los problemas, pero el nivel de ambición es brutal. Lafundación de Bill Gates, sin ir más lejos. ¡Se propone erradicar la malaria!
Salvador Giner dice que el sistema capitalista tiene una gran capacidad de autocorrección, pero que esa capacidad nunca es suficiente para corregir los perjuicios que el mismo sistema genera.
F.C.: También están las nuevas versiones del capitalismo 2.0 y el capitalismo social. Yo creo que el debate no es tanto como poner fin al capitalismo sino como reformularlo de forma que integre los valores y humanos con los que queremos vivir.
J.C.: Yo creo que es una falacia. Cualquier sistema económico combina tres pilares: el mercado o intercambio, la redistribución y la comunidad, y cualquier acción es una combinación de las tres. Por ejemplo, al hablar de competencia. ¡Para llegar a competir hay que colaborar tanto! Para hacer una carrera de 100 metros lisos, hay que ponerse de acuerdo en cuánto son 100 metros, en si vale o no vale salir antes del disparo del árbitro...
En las normas.
J.C.: Claro. Para competir hay que colaborar un huevo. Debajo de lo que llaman capitalismo, ha subsistido la familia, que es economía comunitarista; en todas partes, hasta en Estados Unidos, con Medicare, hay sistemas redistributivos.... Hay que quitarse las vendas y hablar analizando las proporciones. Y el mercado está hecho de ideas. El concepto valor al fin y al cabo es una idea.
F.C.: El libro pretende quitarse las gafas de cualquier posicionamiento ideológico o economicista. Llevamos mucho tiempo debatiendo sobre si mercado o estado, y nosotros consideramos que es un debate obsoleto, porque ningún estado puede aportar soluciones sostenibles sin un tipo de mercado –aunque sea monopolista, como en los casos cubano o chino-, y ningún mercado puede generarlas tampoco sin un estado que fije unas normas y un equilibrio. Y eso es lo que pretende poner en evidencia el libro, que no son ni el estado ni el mercado, sino los ciudadanos los que tienen el protagonismo a la hora de regular, exigir, reivindicar, denunciar, aportar y definir la trayectoria de hacia dónde vamos.
D.O.: Un ejemplo sería el de Science Commons, que lucha por redefinir las reglas de cómo compartimos conocimiento, y cuyo fin es avanzar, sobre todo en el campo científico. Por ejemplo, en temas farmacéuticos: se trata de cómo ampliar el mercado y a un precio más económico. Pero las patentes están inhibiendo avances sanitarios para gran parte del mundo. Están inhibiendo la innovación. Y Science Commons intenta reestructurar el mercado en este sentido, con conocimiento abierto, que se pueda compartir de una forma menos restrictiva.
J.C.: Y las corporaciones se están dando cuenta de que si mientras dura una investigación comparten su conocimiento y al final el que saca el conejo de la chistera le paga una parte a cada uno, la aceleración es brutal: porque en lugar de tener a siete tíos investigando en paralelo, los tienes compartiendo información. Y éste es el tipo de lógica que parece que nos va a sacar del atolladero.
En el libro plantean un empate técnico: primero muestran 17 cosas que han mejorado y luego otras 17 que todavía no van como deberían.
F.C.: Se trataba de jugar un poco a la cara y la cruz. Por un lado, las mujeres tienen más derechos que nunca, y por otro siguen sin tener el peso que merecen; por un lado,  hemos podido educar más que nunca, pero por otro hay niños que todavía no están educados. Se trata de recordar que si bien la trayectoria histórica ha sido siempre en positivo, en casi todos los ámbitos, el resultado, hoy, sigue siendo insatisfactorio. Y de decir que si hemos llegado hasta aquí, no podemos plantarnos aquí.
J.C.: Hacemos una denuncia, pero sin juicios de valor. No se trata de decir si algo está bien o mal, sino de denunciar lo que ya no es funcional. Y no es funcional que los hombres acumulen más poder que las mujeres cuando hay más mujeres universitarias, por ejemplo.
No todo ha mejorado. Ahora hay más deforestación, o más generación de residuos, que nunca.
F.C.: Bueno, eso lo hemos debatido intensamente. Y sí, yo creo que en el campo ambiental es donde más se evidencia un deterioro. Pero también es cierto que nunca ha habido tanta conciencia en este sentido, ni tantas zonas protegidas como ahora. La humanidad nunca ha respondido tanto al deterioro. Y estamos más preparados que nunca para poder resolverlo.
J.C.: Yo tengo una hipótesis: cuando se empieza a medir algo, primero empeora mucho y luego mejora. Los humanos tenemos esta cosa positivista de que sólo nos creemos lo que sabemos medir. En la mayoría de terrenos, cuando se detecta el problema, se tarda mucho en medirlo. De temas medioambientales se empezó a hablar en los años 50, pero hasta los 70 no empezó a haber una denuncia organizada, y hay mediciones desde hace muy poco. Cuando empiezas a medir un problema, lo empiezas a comprender, y metes más cosas dentro del problema. Y a partir del momento en que lo tienes bien definido, normalmente mejora.
D.O.: La clave es la innovación social. Y en eso, Internet nos ha ayudado mucho a reorganizarnos. Hay iniciativas de gente que geoposiciona en la web sus jardines, o sus terrazas, y ofrece a quien quiera que vaya a plantar lechugas, o flores. y luego comparten los frutos. Esto ya funciona en Estados Unidos. En Inglaterra, hay un proyecto en el que gente joven que quiere hacer deporte le hace la compra a gente mayor y que vive sola. Es una forma de volver a organizarnos en nuestras comunidades
En Barcelona funciona un banco de tiempo impulsado por el ayuntamiento.
J.C.: Internet es fundamental, pero lo importante es la sociedad red, la lógica de red. Eso es lo que estamos recuperando los ciudadanos, y la lógica de red funciona igual en internet que llenando de 'post-it' un banco de tiempo o un banco de conocimiento. Ciudadanos colaborando con otros ciudadanos para hacer cosas, o instituciones públicas pensando cómo los ciudadanos pueden compartir. El Bicing es un ejemplo excelente. Propulsado por la administración pública, pero no con la lógica de distribución de uno a muchos, sino con la de compartir entre todos.
F.C.: Dos pilares transversales del libro son los valores y la educación. Y a nosotros se nos ha educado con ciertos conceptos de competitividad o de libre mercado que tendríamos que revisar. A veces hay que deseducarse. El reciclaje en las casas lo han implantado los niños, a los que se lo explicaban en la escuela, y al llegar a casa le decían a sus padres cómo se tenía que hacer. Con internet pasa lo mismo.
Siempre ha habido iniciativas de este tipo. Pero ahora internet las hace más visibles, y las facilita. Y quizá las contagia.
D.O.: Por ejemplo, los vídeos de ted.com. Ahí los usuarios los subtitulan. No hemos puesto laWikipedia, que ahora ha cumplido 10 años, entre los ejemplos del libro porque ya se habla bastante de ella, pero es la obra colectiva más grande de todos los tiempos.
J.C.: Y para hacer la Wikipedia, la materia prima ha sido una de cada 2.000 horas que los americanos gastan para ver televisión en un sólo año. ¡Fíjate si hay capacidad y tiempo y conocimientos para construir las nuevas pirámides!
Sin látigos, por favor.
J.C.: ¡Sin látigos! ¡A  base de voluntarios!
El primero de los aspectos positivos que señalan es la multiplicación por cuatro de la población mundial en poco más de un siglo. ¿Por qué es positivo?
J.C.: Pues hemos discutido mucho entre nosotros, y con el editor, sobre esto. Y la hemos puesto la primera porque choca. Pero de nuevo, aplicando la mirada de especie, si somos más, es que la cosa va bien. Y obliga a suspender el juicio hasta haber analizado el resto de aspectos.
Si ese crecimiento es bueno o malo depende de si hay comida para todos, por ejemplo.
J.C.: Exacto. Y el dato pone tensión y te obliga a cambiar de marco mental al enfrentarte al libro. Además, los atenienses creían que las ciudades tenían un límite muy concreto y ahora tenemos ciudades de 20 millones de habitantes, disfuncionales en muchas cosas, pero que ahí están.
Y ya están todos de acuerdo en este punto?
F.C.: Sí, sí. El libro al final refleja lo bonito que es a dónde lleva el diálogo. Porque hemos estado debatiendo sobre el contenido durante dos años, y al final llegamos a conclusiones en las que tenemos muchísimo consenso.
De los logros que apuntan, ¿con cual se quedan?
J.C.: Yo con la educación.
F.C.: Yo creo que el mayor logro está por venir. Sería lograr garantizar los derechos mínimos a la población que aún no los tiene, y creo que se podría lograr en muy poco tiempo. Quizá cuando saquemos la segunda o la tercera edición ya esté satisfecho.
D.O.: Yo me quedaría con la herramienta red. Con internet, porque donde hay internet hay colaboración, y  con lo que representa como funcionamiento en red, que es la clave para afrontar muchas cosas que están por venir.
Y de los asuntos pendientes, ¿cual es el más grave, o el de más difícil solución?
F.C.: Yo ya lo he dicho.
J.C.: La educación. Que si la tienes se presupone que también tienes acceso a lo mínimo y que a la vez es la vía para abrir oportunidades. Creo que es el eje central.
F.C.: Yo, estando de acuerdo con eso, diría que el mayor reto sería la deseducación; quitarte de encima la mala educación que no nos permite ver las cosas de otro modo, quitarnos las gafas y darnos cuenta de algunas cosas.
D.O.: Yo lo de la educación también lo firmo. Un buen profesor puede darte muchas claves.
J.C.: La educación en términos de la UNESCO, que dice que es aprender a aprender, y aprender a emprender. Cualquier persona con estas dos capacidades tiene una gama de opciones vitales más amplia, y cuantas más opciones vitales tenga la gente, más justo, más divertido y más creativo será el mundo, y más soluciones le encontraremos a las cosas.

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