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LA RE EVOLUCIÓN PENDIENTE Y POR VENIR

Artículo mío publicado en la revista: ARGUMENTOS SOCIALISTAS


“ Vivimos en una época de cambios extraordinarios: cambios que están redefiniendo la manera en la que vivimos, la manera en la que trabajamos, nuestro planeta y el lugar que ocupamos en el mundo. Es un cambio que puede ampliar oportunidades o ampliar desigualdades. Y, nos guste o no, el ritmo de este cambio será cada vez más rápido. Siempre exisitieron aquellos que nos dijeron que temiéramos el futuro, que afirmaban que podíamos ponerle el freno al cambio con la promesa de restaurar una gloria pasada si algún grupo o alguna idea amenazaba. Y cada vez, superamos esos miedos. Como dijo Lincoln, no nos aferramos a los “dogmas del pasado sereno”, sino que pensamos y actuamos de forma innovadora. Pero ese progreso no es inevitable. Es el resultado de decisiones que tomamos juntos. Y en este momento enfrentamos dichas decisiones. ¿Responderemos a los cambios de nuestros tiempos con miedo, cerrándonos y volviéndonos unos contra otros? ¿O enfrentaremos el futuro con confianza en quiénes somos, los valores que representamos y los increíbles logros que podemos alcanzar juntos? ”



¡Vaya forma de comenzar un texto sobre sostenibilidad para publicar en un documento de Izquierda Socialista! ¡citando al Presidente de los Estados Unidos!. Prejuicios, provocaciones (las mías) y valoraciones aparte, no está nada mal lo que nos dice: son momentos de cambio, de mucho cambio. El futuro no está escrito. Puede ser un futuro de oportunidades o de problemas. Hay que pensar de forma distinta, innovadora y hacerlo juntos. A mí me gusta y lo comparto.

Vayamos a algo mucho más cercano. Mire en su nevera. Es posible que tenga una botella de un litro de agua mineral. Cójala y responda a esta simple pregunta: ¿cuántos litros de agua tengo en mi mano?, pensará: ¡qué pregunta tan tonta, un litro, lo pone en la botella!. La respuesta es errónea. Tiene, efectivamente, un litro de agua mineral y otros ¡cuatro! que se han necesitado para producir el envase. Cinco litros para beber uno. Y todos ellos de agua dulce y potable, un bien muy, pero que muy, escaso.

Este sinsentido es muy proporcional y adecuado para valorar el tremendo desgaste que hacemos en el planeta, un conjunto de recursos finitos que agotamos y/o contaminamos como si fuesen infinitos.

Nos econtramos en el plano del anáilsis local, en lo más cercano; en nosotros mismos. Sigamos con el agua:

El agua que gastamos no es solamente la que consumimos en ducharnos, lavar la ropa, preparar los alimentos o beber directamente. Casi todo lo que consumimos (bienes, productos y servicios) requieren de agua para su producción… de bastante agua.

La “huella hídrica” es un término que se refiere al volumen total de agua dulce usada para fabricar los productos o servicios que consumimos, es decir, un indicador que nos dirá cuánta agua se ha usado en todo el proceso de fabricación de un producto, por ejemplo para hacer una barra de pan necesitas trigo y ese trigo necesitamos agua para crecer y todos los procesos consecutivos hasta que esa barra está en nuestra mesa lleva aparejados una huella hídrica. En este sentido se calcula que cada persona consumimos una media de unos 1.240 m3 de “agua virtual” al año, o lo que es lo mismo, 3.400 litros diarios.

Para terminar de deprimirnos, le pongo el último ejemplo: Supongamos que en el desayuno de esta mañana tomó una tostada, un café y un zumo. El total del agua dulce consumida para el desayuno ha sido de 410 litros (tostada (100 Litros), café (140 Litros) y  Zumo (170 Litros).

Algunos ejemplos más:

     
   
Ya dejo de deprimir con ejemplos, no sin antes indicarle que el alimento de consumo diario que más agua necesita es la carne. Para producir un kilo de carne de vacuno se se gastan 15.400 litros de agua. El cerdo y el pollo no se quedan cortos, 6.000 (l/kg) y 4.300 (l/kg), respectivamente. Con nuestro modelo de alimentación tambien ayudamos o perjudicamos al planeta.

Sirva el consumo de agua para ver el tremendo perjuicio que se puede y se hace al planeta, sin tener en cuanta sus repercusiones. La falta de agua dulce y potable, por seguir con el tema, no solamente perjudica al planeta (algo obvio) ni a a las especies que en éla habitan, sino muy especialmente a nosotros mismos. Cada vez más los conflictos se producen en lugares donde el agua es escasa o está muy contaminada, las guerras tienen mayor asiento donde el agua es un bien escaso o en disputa.

Un conflicto muy cercano y actual, el de Siria es evidentemente un conflicto político y, una vez más con un trasfondo económico derivado del control del petroleo; pero tambien es un conflicto causado por el agua. La terrible sequía que sufrió el país o la caída en el consumo de petróleo han sido factores que contribuyeron a la inestabilidad social y que sentaron las bases de la guerra. Estos hechos, sumados a los problemas políticos y sociales, son parte de las causas de la actual crisis de refugiados/as que no podemos obviar.

En los años previos al conflicto, concretamente entre 2006 y 2011, el 60% del territorio sirio sufrió una de las mayores sequías que han azotado la región desde el inicio de la agricultura. A esto se sumó que el régimen sirio estuvo incentivando el cultivo de algodón y trigo en regadío, lo que agotó los acuíferos del subsuelo y las reservas en superficie. Este último proceso fue especialmente intenso entre 2002 y 2008.

Una de las consecuencias de la sequía fue que, en el noroeste del país, alrededor del 75% del campesinado perdió sus cosechas y el 85% del ganado falleció afectando alrededor de 1’3 millones de personas. De este modo, la sequía fue un factor clave en el desplazamiento de población desde el campo hacia las ciudades, donde crecieron los núcleos de población empobrecida. Se calcula que este éxodo fue de unas 800.000 personas desde 2010.
Aunque no se puede afirmar con total seguridad que esta sequía estuviese causada por el calentamiento global, este tipo de fenómenos son justo los que predicen los modelos manejados por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) para esta zona del Mediterráneo.

Algo obvio que ya conocemos: cuando un bien es escaso, no afecta por igual a todas las personas. Unos tienen mucho más y, lo de siempre, tienen mucho menos o nada.

Tambien desde el punto de vista ambiental y de sostenibilidad del planeta y de nuestra especie debemos considerar el concepto de la solidaridad. Debemos ampliar ese concepto a tres planos: la solidaridad con los más desfavorecidos (el reparto justo de los recursos exitentes), la solidaridad con otros territorios (pensar en global desde nuestra actuación local y personal) y la solidaridad intergeneracional (pensar en los recuros y su calidad que dejamos para futuras generaciones).

Cuando se publican datos sobre la desigualdad entre los recursos económicos y su incremento en los últimos años, nos indignamos; con razón. Cuando además sabemos que el nivel desigualdad de nuestro país es el segundo mayor de Europa  nos enfadamos mucho más y entendemos que tiene que ver con el modelo económico y político. Es verdad, el modelo depredador y egoista propio del capitalismo sin control es el responsable. Con los recursos del planeta debería pasar lo mismo o más. Pruebe a pensar cómo respirar si tuviese todo el dinero del mundo en sus manos y nada del oxígeno del planeta su disposición. Pensar en “repensar” la política desde el principio de sostenibilidad noe s una añadido de moda o nuevo, es y debe ser uno de los principales ejes de acción de la política por y para las personas, la política con ética y justicia.

Entonces, ¿qué podemos hacer o proponer para el prgreso de nuestra sociedad?. No podemos quedarnos en reflejar los problemas y llamar la atención sobre ellos, siendo esto importante. Debemos hacer propuestas y tener un discurso claro, didáctico y convincente cpaáz de hacer mostrar esta situación, pero al tiempo debemos trasladar propuestas de acción y, sobre todo, confianza en las capacidades como sociedad si trabajamos juntos para lograrlo. Tenemos que transformar esos problemas en la vía de la solucción.

En los años 50 del pasado siglo y ante el crecimiento desmesurado de la población del planeta se llevó a cabo que se vino a definir como la “revolución verde” que no era otra cosa que producir alimentos de forma industrial para, se decía, dar de comer a todo el mundo. Es verdad que se produjeron muchos más alimentos, pero no llegó a todo el mundo. El modelo de producción industrial tambien incorporó el modelo de concentración y de negocio de otros sectores. Los alimentos bajaron en costes, pero llegaron a quienes pudieron pagarlos. Al tiempo, las repercusiones medioambientales: tala de bosques para producir terrenos de pasto y cultivo, contaminación de suelos, aguas y aire, traslados masivos de poblaciones autóctonas, y un largo listado de problemas ambientales y sociales que la economía clásica denomina “externalizaciones”, es decir, cuyos costes se sacan del coste de producción y lo pagamos todos.

Hoy, a pesar de todo lo dicho, podemos apostar por un modelo económico de sociedad que crezca utilizando un recurso infinito (por fín) que es el conocimiento. Tenemos problemas de optención de fuentes de energía y además son contaminantes, pero tambien hemos avanzado y podemos, sabemos y debemos producir energía de forma limpia y eficiente, y algo muy importante: de forma local. Tenemos la capacidad de cambiar hábitos alimentarios y de consumo de forma razonable y mejores para nuestra salud, tenemos y podemos crear nuesvos sitemas de uso del agua mucho más eficientes, sabemos producir sin contaminar nuestra atmósfera, debemos movernos nosotros y nuestras mercancias de forma más eficiente y cercana. Sobre todo debemos cambiar nuestrea forma “economicista” de ver el valor frente al precio de las cosas. Por ejemplo, un recurso que se usa en todo el planeta en los útlimos años nos puede servir: Wikipedia. Desde el punto de vista comercial su valor es muy escaso (quizás únicamente su valor de herramienta de marketing para llegar a mucha gente), pero su valor social y real es tremendo. Aporta de forma colaborativa, y con el trabajo voluntario de decenas de miles de personas diariamente, información válida y efectiva a millones de personas cada día. ¿Vale o no tiene valor Wikipedia?.

Ese cambio, “no economicista” de la sociedad está avanzando, tenemos modelos desde la misma sociedad que lo demuestran. Las cosas, los productos y los servicios no valen en función de su “valor” en los mercados, sino de su “valor” en la sociedad y de su impacto en la misma, ateniendo a esos tres aspectos de la solidaridad: entre las personas, entre los territorios y entre las generaciones. Hablamos de economía circular, economía participativa,… nuevas formas de trabajar y entendernos colectivamente. Suena bien.

Ahora vuelvo a releer las palabra de Obama y pienso que debemos seguir evolucionando, con criterios y con valores. La ecología y el modelo de desarrollo sostenible es y debe ser POLÍTICA con mayúsculas.


Esa es la RE EVOLUCIÓN pendiente y por venir.

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