Artículo mío publicado en la revista: ARGUMENTOS SOCIALISTAS
“ Vivimos en una época de cambios
extraordinarios: cambios que están redefiniendo la manera en la que vivimos, la
manera en la que trabajamos, nuestro planeta y el lugar que ocupamos en el
mundo. Es un cambio que puede ampliar oportunidades o ampliar desigualdades. Y,
nos guste o no, el ritmo de este cambio será cada vez más rápido. Siempre
exisitieron aquellos que nos dijeron que temiéramos el futuro, que afirmaban
que podíamos ponerle el freno al cambio con la promesa de restaurar una gloria
pasada si algún grupo o alguna idea amenazaba. Y cada vez, superamos esos
miedos. Como dijo Lincoln, no nos aferramos a los “dogmas del pasado sereno”,
sino que pensamos y actuamos de forma innovadora. Pero ese progreso no es
inevitable. Es el resultado de decisiones que tomamos juntos. Y en este momento
enfrentamos dichas decisiones. ¿Responderemos a los cambios de nuestros tiempos
con miedo, cerrándonos y volviéndonos unos contra otros? ¿O enfrentaremos el
futuro con confianza en quiénes somos, los valores que representamos y los
increíbles logros que podemos alcanzar juntos? ”
Barack Obama.Discurso Estado de la Unión.
Enero 2016
¡Vaya forma de comenzar
un texto sobre sostenibilidad para publicar en un documento de Izquierda
Socialista! ¡citando al Presidente de los Estados Unidos!. Prejuicios,
provocaciones (las mías) y valoraciones aparte, no está nada mal lo que nos
dice: son momentos de cambio, de mucho cambio. El futuro no está escrito. Puede
ser un futuro de oportunidades o de problemas. Hay que pensar de forma
distinta, innovadora y hacerlo juntos. A mí me gusta y lo comparto.
Vayamos a algo mucho más
cercano. Mire en su nevera. Es posible que tenga una botella de un litro de
agua mineral. Cójala y responda a esta simple pregunta: ¿cuántos litros de agua
tengo en mi mano?, pensará: ¡qué pregunta
tan tonta, un litro, lo pone en la botella!. La respuesta es errónea.
Tiene, efectivamente, un litro de agua mineral y otros ¡cuatro! que se han
necesitado para producir el envase. Cinco litros para beber uno. Y todos ellos
de agua dulce y potable, un bien muy, pero que muy, escaso.
Este sinsentido es muy
proporcional y adecuado para valorar el tremendo desgaste que hacemos en el
planeta, un conjunto de recursos finitos que agotamos y/o contaminamos como si
fuesen infinitos.
Nos econtramos en el
plano del anáilsis local, en lo más cercano; en nosotros mismos. Sigamos con el
agua:
El agua que gastamos no
es solamente la que consumimos en ducharnos, lavar la ropa, preparar los
alimentos o beber directamente. Casi todo lo que consumimos (bienes, productos
y servicios) requieren de agua para su producción… de bastante agua.
La “huella hídrica” es
un término que se refiere al volumen total de agua dulce usada para fabricar
los productos o servicios que consumimos, es decir, un indicador que nos dirá
cuánta agua se ha usado en todo el proceso de fabricación de un producto, por
ejemplo para hacer una barra de pan necesitas trigo y ese trigo necesitamos
agua para crecer y todos los procesos consecutivos hasta que esa barra está en
nuestra mesa lleva aparejados una huella hídrica. En este sentido se calcula
que cada persona consumimos una media de unos 1.240 m3 de “agua virtual” al
año, o lo que es lo mismo, 3.400 litros diarios.
Para terminar de
deprimirnos, le pongo el último ejemplo: Supongamos que en el desayuno de esta
mañana tomó una tostada, un café y un zumo. El total del agua dulce consumida
para el desayuno ha sido de 410 litros (tostada (100 Litros), café (140 Litros)
y Zumo (170 Litros).
Algunos ejemplos más:
Ya dejo de deprimir con
ejemplos, no sin antes indicarle que el alimento de consumo diario que más agua
necesita es la carne. Para producir un kilo de carne de vacuno se se gastan
15.400 litros de agua. El cerdo y el pollo no se quedan cortos, 6.000 (l/kg) y
4.300 (l/kg), respectivamente. Con nuestro modelo de alimentación tambien
ayudamos o perjudicamos al planeta.
Sirva el consumo de agua
para ver el tremendo perjuicio que se puede y se hace al planeta, sin tener en
cuanta sus repercusiones. La falta de agua dulce y potable, por seguir con el
tema, no solamente perjudica al planeta (algo obvio) ni a a las especies que en
éla habitan, sino muy especialmente a nosotros mismos. Cada vez más los
conflictos se producen en lugares donde el agua es escasa o está muy
contaminada, las guerras tienen mayor asiento donde el agua es un bien escaso o
en disputa.
Un conflicto muy cercano
y actual, el de Siria es evidentemente un conflicto político y, una vez más con
un trasfondo económico derivado del control del petroleo; pero tambien es un
conflicto causado por el agua. La terrible sequía que sufrió el país o la caída
en el consumo de petróleo han sido factores que contribuyeron a la
inestabilidad social y que sentaron las bases de la guerra. Estos hechos,
sumados a los problemas políticos y sociales, son parte de las causas de la
actual crisis de refugiados/as que no podemos obviar.
En los años previos al
conflicto, concretamente entre 2006 y 2011, el 60% del territorio sirio sufrió
una de las mayores sequías que han azotado la región desde el inicio de la
agricultura. A esto se sumó que el régimen sirio estuvo incentivando el cultivo
de algodón y trigo en regadío, lo que agotó los acuíferos del subsuelo y las
reservas en superficie. Este último proceso fue especialmente intenso entre
2002 y 2008.
Una de las consecuencias
de la sequía fue que, en el noroeste del país, alrededor del 75% del
campesinado perdió sus cosechas y el 85% del ganado falleció afectando
alrededor de 1’3 millones de personas. De este modo, la sequía fue un factor
clave en el desplazamiento de población desde el campo hacia las ciudades,
donde crecieron los núcleos de población empobrecida. Se calcula que este éxodo
fue de unas 800.000 personas desde 2010.
Aunque no se puede afirmar
con total seguridad que esta sequía estuviese causada por el calentamiento
global, este tipo de fenómenos son justo los que predicen los modelos manejados
por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) para esta zona del
Mediterráneo.
Algo obvio que ya
conocemos: cuando un bien es escaso, no afecta por igual a todas las personas.
Unos tienen mucho más y, lo de siempre, tienen mucho menos o nada.
Tambien desde el punto
de vista ambiental y de sostenibilidad del planeta y de nuestra especie debemos
considerar el concepto de la solidaridad. Debemos ampliar ese concepto a tres
planos: la solidaridad con los más
desfavorecidos (el reparto justo de los recursos exitentes), la solidaridad con otros territorios
(pensar en global desde nuestra actuación local y personal) y la solidaridad intergeneracional (pensar
en los recuros y su calidad que dejamos para futuras generaciones).
Cuando se publican datos
sobre la desigualdad entre los recursos económicos y su incremento en los
últimos años, nos indignamos; con razón. Cuando además sabemos que el nivel
desigualdad de nuestro país es el segundo mayor de Europa nos enfadamos mucho más y entendemos
que tiene que ver con el modelo económico y político. Es verdad, el modelo
depredador y egoista propio del capitalismo sin control es el responsable. Con
los recursos del planeta debería pasar lo mismo o más. Pruebe a pensar cómo
respirar si tuviese todo el dinero del mundo en sus manos y nada del oxígeno
del planeta su disposición. Pensar en “repensar” la política desde el principio
de sostenibilidad noe s una añadido de moda o nuevo, es y debe ser uno de los
principales ejes de acción de la política por y para las personas, la política
con ética y justicia.
Entonces, ¿qué podemos
hacer o proponer para el prgreso de nuestra sociedad?. No podemos quedarnos en
reflejar los problemas y llamar la atención sobre ellos, siendo esto
importante. Debemos hacer propuestas y tener un discurso claro, didáctico y
convincente cpaáz de hacer mostrar esta situación, pero al tiempo debemos
trasladar propuestas de acción y, sobre todo, confianza en las capacidades como
sociedad si trabajamos juntos para lograrlo. Tenemos que transformar esos
problemas en la vía de la solucción.
En los años 50 del
pasado siglo y ante el crecimiento desmesurado de la población del planeta se
llevó a cabo que se vino a definir como la “revolución verde” que no era otra
cosa que producir alimentos de forma industrial para, se decía, dar de comer a
todo el mundo. Es verdad que se produjeron muchos más alimentos, pero no llegó
a todo el mundo. El modelo de producción industrial tambien incorporó el modelo
de concentración y de negocio de otros sectores. Los alimentos bajaron en
costes, pero llegaron a quienes pudieron pagarlos. Al tiempo, las repercusiones
medioambientales: tala de bosques para producir terrenos de pasto y cultivo,
contaminación de suelos, aguas y aire, traslados masivos de poblaciones
autóctonas, y un largo listado de problemas ambientales y sociales que la
economía clásica denomina “externalizaciones”, es decir, cuyos costes se sacan
del coste de producción y lo pagamos todos.
Hoy, a pesar de todo lo
dicho, podemos apostar por un modelo económico de sociedad que crezca
utilizando un recurso infinito (por fín) que es el conocimiento. Tenemos
problemas de optención de fuentes de energía y además son contaminantes, pero
tambien hemos avanzado y podemos, sabemos y debemos producir energía de forma
limpia y eficiente, y algo muy importante: de forma local. Tenemos la capacidad
de cambiar hábitos alimentarios y de consumo de forma razonable y mejores para
nuestra salud, tenemos y podemos crear nuesvos sitemas de uso del agua mucho
más eficientes, sabemos producir sin contaminar nuestra atmósfera, debemos
movernos nosotros y nuestras mercancias de forma más eficiente y cercana. Sobre
todo debemos cambiar nuestrea forma “economicista” de ver el valor frente al
precio de las cosas. Por ejemplo, un recurso que se usa en todo el planeta en
los útlimos años nos puede servir: Wikipedia. Desde el punto de vista comercial
su valor es muy escaso (quizás únicamente su valor de herramienta de marketing
para llegar a mucha gente), pero su valor social y real es tremendo. Aporta de
forma colaborativa, y con el trabajo voluntario de decenas de miles de personas
diariamente, información válida y efectiva a millones de personas cada día.
¿Vale o no tiene valor Wikipedia?.
Ese cambio, “no
economicista” de la sociedad está avanzando, tenemos modelos desde la misma
sociedad que lo demuestran. Las cosas, los productos y los servicios no valen
en función de su “valor” en los mercados, sino de su “valor” en la sociedad y
de su impacto en la misma, ateniendo a esos tres aspectos de la solidaridad:
entre las personas, entre los territorios y entre las generaciones. Hablamos de
economía circular, economía participativa,… nuevas formas de trabajar y
entendernos colectivamente. Suena bien.
Ahora vuelvo a releer
las palabra de Obama y pienso que debemos seguir evolucionando, con criterios y
con valores. La ecología y el modelo de desarrollo sostenible es y debe ser POLÍTICA
con mayúsculas.
Esa es la RE EVOLUCIÓN
pendiente y por venir.
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